jueves, agosto 17, 2006

Terruño

Es curioso.
Voy pocas veces por Cataluña, menos que por Galicia, por ejemplo.

Pero siempre que paso varios días por Barcelona, acabo en Tarragona, aunque no tenga intención de ir, como ha sucedido esta vez.

El azar, destino, o mi subconsciente me ha echo pasar esta mañana en Tarragona para esperar el tren que me tenía que llevar a Montblanc, el pueblo donde me arreglaban el coche.

Esta vez se han tenido que dar dos coincidencias, que se me estropease el coche en Montblanc, un pueblo de Tarragona, y que perdiese el tren de Barcelona a Montblanc.

Es como si esta vez hubiese sido Tarragona quien quisiera verme y no al revés.
Que yo recuerde esta ha sido la primera vez que me he dormido en su rambla, acunado por el murmullo lejano del mar, las sirenas de los petroleros, los pitos de los trenes, ...

Y es que como dijo Serrat...

Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya,

y amontonado en tu arena
tengo amor, juegos y penas.
Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto enterno
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.

A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.

A tus atardeceres rojos
se acostubraron mis ojos
como el recodo al camino...

Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero...

Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo.

Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea

que se añora y se quiere
que se conoce y se teme.

Ay, si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.

Y a mi enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...

En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.

Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista...

Cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo.


P.D.: La foto es del anfiteatro romano de Tarragona, en ese anfiteatro jugaba de pequeño a ser gladiador o soldado romano, o lo que apeteciera, eso si con la corresponiente ración de rozaduras :) .
Ahora está cerrado, yo se puede simplemente ir hasta allí a jugar, no sé que opinaría Momo de eso. :(

Hay veces que piensas lo que escribes, otras no, esta ha sido de las que no lo piensas, simplemente lo escribes.

Ya estoy de nuevo en Madrid, ¿he vuelto?.

6 comentarios:

Amhailt dijo...

La verdad es que de vez en cuando una racioncita de buenos recuerdos de infancia o vienen nada mal, yo tambien he tenido alguna este fin de semana en Navarra.

Anónimo dijo...

Bienvenido de nuevo. Se palpa en el ambiente que has disfrutado este viaje.

Besos orgiásticos.

Cris dijo...

Me alegra leerte con ese "subidón".

Un beso

Anónimo dijo...

Es lo que yo digo siempre, que la prisa nunca es buena para nada... y ya sabes que las coincidencias no existen para los matemáticos. Todo sucede -a nivel personal-por alguna razón. Y fue una buena razón.
(Momo te envia un cariñoso tirón de orejas -y una pedorreta-, y esta vez no lo tendrá en cuenta,pero que recuerdes que pasa cuando uno se niega a jugar cuando y donde debe...o a aullar a la luna a las 3 de la tarde)

இலை Bohemia இலை dijo...

Hermosa la foto...y que coincidencia lo ocurrido, igual es queciertamente Tarragona te echaba de menos. Abrazos

El Tio Matt dijo...

Hay veces que el mundo o la vida e empeñan en que sucedan cosas queramos o no.