
Aquella mañana que acabamos tomando café juntos, disfruté mucho a pesar de que en mi cara se notaba y mucho la larga noche anterior.
Disfruté de tu sonrisa, tu alegría, tu companía. Sigo sin poder imaginarte enfadada.
Lo que más me hizo difrutar esa mañana no fue como siempre tu sonrisa, que también, fueron tus ojos. Me perdí en los reflejos que la luz de las ventanas proyectaban en tu pupila.
También me acuerdo de aquella otra mañana, habíamos quedado con más gente pero fuimos los primeros en llegar, y nos tomamos un café juntos mientras les esperábamos, tuvimos tiempo.
Estuvimos contándonos cosas buenas y cosas tristes, tu sobre todo, pero lo que más hicimos fue planificar para hacer reir a una amiga, lo conseguimos.
Durante todo el rato de esa conversación tuviste alegría y una sonrisa en tu cara.
Otra vez que nos volvimos a juntar a tomar café, fue mientras esperábamos a que la pareja feliz diese señales de vida.
Acababas de quedarte en paro, pero eso no te quitó la alegría, ni arrugó tu nariz, tenías ánimo, esperanzas, mucho más ánimo que aquella otra madrugada, hace años ya, en la chocolatería San Ginés.
Da igual cual de las tres seas, o si eres otra, me encanta quedar a tomar café contigo, aunque el café siga sin gustarme.
P.D.: Foto cedida por el capitán, está tomada en un pequeño café de Roncesvalles, en la penultima escapada que hicimos.